Cómo Sobrevivir al Verano en Sevilla

Sevilla es una ciudad estupenda para vivir, qué duda cabe, pero el verano es duro… Pasar un verano en Sevilla figura en el Top 10 de las temeridades que todo ser humano debe intentar alguna vez en su vida, junto con, entre otras, hacer paracaidismo con materiales soviéticos, comer ensaladilla en un chiringuito playero de tercera y preguntarle a un Jonas Brother por la familia.

Prepárate para imaginar el escenario: entre los 40 y 50 grados centígrados (sí, esta vez sin exagerar), quizás por la noche baje a 30-35, en una ciudad de 700000 habitantes con el récord de menos fuentes de agua potable de Europa. Ahí queda eso. Pero ¿quién dijo miedo? Allá van algunas ideas para no pasar calor en verano en Sevilla. El menos posible, se entiende.

A problemas difíciles, soluciones drásticas

A lo mejor me dirás que menudo imbécil estoy hecho, pero ¿has pensado en irte de la ciudad a, por ejemplo, los Picos de Europa o Islandia? O a Cádiz aunque sea. Es la solución perfecta. Ya, ya me imagino que sí, que lo has pensado…

Vaaale, asumiremos que no te queda otra que quedarte en la ciudad… Date por jod*** No pierdas la esperanza. Una buena forma de empezar es no pensar todo el rato en el calor que hace. ¿Qué el calor no te deja? Ya, suena lógico.

Ahora en serio, vete por la sombra. No, no es un piropo, es una norma básica de supervivencia. Y nada de correr.

Otra idea fundamental: hidrátate. Eso de comer helados para refrescarse no sé si será una campaña de Frigo o qué, ni se te ocurra: agua, bebidas no dulces (como el gazpacho o una cervecita) y fruta, lo mejor.

Completa la tríada elemental lo de evitar las horas de calor. Suena a perogrullada, pero he ahí cientos de guiris (y no tan guiris) desafiando la lógica a las cuatro de la tarde por la Giralda. La siesta cobra todo su sentido en estos momentos.

Cuando el sentido común se ha derretido…

Sí, mal de muchos… Pero piensa que en algunos puntos del Sáhara profundo y en Écija están peor.

Aprovecha para ser un antisistema total, yendo contra las convenciones sociales y las ordenanzas municipales: báñate en las fuentes públicas en tanga. Si te dicen algo, ya sabes, la culpa es del calor, que derrite los sesos.

También puedes ducharte en casa las veces que quieras, pero es de pequeño-burgueses… No, de verdad, todo vale, bañarte en el río también (bajo tu responsabilidad).

Cuando vayas a la compra coge sólo una cosa de cada vez de la sección de congelados. Así tendrás que volver varias veces. De nada.

En el famoso debate entre aire acondicionado y ventilador (que recuerda a las clásicas diatribas entre toreros de los años veinte y treinta), para mí no hay color: el abanico es barato, autónomo y totalmente portátil. Y muy taurino, por cierto.

He visto por ahí que si una sombrilla, que si qué vergüenza… No es mala idea, aunque lo suyo, ya lo hemos dicho, es no salir de casa cuando aprieta Lorenzo.

No minusvalores el poder de la mente. ¿Quién dice que en Sevilla hace calor en verano? ¡Tu fuerza de voluntad puede con eso y con más! Repite conmigo: “uy, qué fresquito hace; uy, qué fresquito hace; uy, qué fresquito hace”, y así hasta que te lo creas.

Bueno, queda otra opción. Asume, amigo o amiga, que en Sevilla en verano hace calor. Y ya está. Ya llegará el invierno y te quejarás del frío que hace y recordarás, erróneamente (pues así de caprichosa es la memoria humana), lo bien que se está en el veranito. Así que haz acopio de calor, guárdalo para el invierno, pide otra cervecita y deja de quejarte.

Seguro que conoces otra forma de no pasar calor en Sevilla en verano que se nos ha pasado. ¡Cuéntanosla, por favor!