Al igual que cambian las sociedades también lo hacen los ciudadanos, y estos cambios abarcan tanto sus preferencias como sus necesidades. Del mismo modo lo hacen los mercados –como hemos visto a menudo en el sector inmobiliario–, que prestan atención a las demandas de los individuos para tratar de satisfacerlas de la mejor forma posible. Así, cada vez es más habitual ver cómo los ciudadanos demandan nuevos servicios para cubrir necesidades que ya no se pueden satisfacer como en el pasado. En este contexto, y en concreto con el urbanismo en el foco de atención, nacen nuevos conceptos como el de ciudad de 15 minutos, al que en Spotahome hemos querido acercarnos para explicarte en qué consiste.

Ha sido la pandemia –sumada también a la aceleración tecnológica de los últimos años– la que ha abierto nuevos debates sobre cómo deberían ser nuestras ciudades y si hay que repensar el urbanismo tal y como lo conocemos. A raíz de ello, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, comenzó a popularizar el concepto ciudad de 15 minutos –desarrollado por el especialista en urbanismo Carlos Moreno–, que apela precisamente a una nueva forma de pensar los núcleos urbanos y que quiere poner en marcha en la capital francesa. Se habla de 15 o 20 minutos porque suele ser la cantidad de tiempo que alguien está dispuesto a caminar para satisfacer sus necesidades básicas.

Perspectiva policéntrica

La ciudad de 15 minutos se entiende desde una perspectiva policéntrica, es decir, desde distintos centros, aunque no en el sentido tradicional. La cuestión no es que cualquiera pueda llegar al centro de la ciudad en tan sólo 15 minutos, sino que cualquiera, en ese lapso de tiempo, pueda cubrir sus necesidades porque la ciudad le permite satisfacerlas. En esta línea, caben distintas preguntas: ¿cuánto tiempo tardo en ir a trabajar, en llevar a los niños a la escuela, en ir al cine o al supermercado? Ahí es donde la ciudad de 15 minutos trata de resolver estos problemas.

Este concepto nace con una perspectiva localista, trasladando la dimensión de proximidad de los pequeños municipios a las grandes ciudades. Se mueve, además, dentro de la noción de cronourbanismo, que básicamente es un urbanismo que se preocupa más por la relación entre el tiempo y el espacio y que pretende descentralizar los servicios de las ciudades para acercarlos a los ciudadanos. Esto, como es evidente, lleva aparejado no sólo una gran movilización de recursos, sino también un proceso de planificación muy minucioso, que se vuelve, además, más complejo en ciudades que son cada vez más grandes y más pobladas.

Vecindarios autosuficientes

En este nuevo paradigma, las ciudades no se entienden desde la segmentación por zonas o barrios, sino a través de núcleos más pequeños donde todas las necesidades de sus habitantes pueden ser cubiertas. De ahí que las ciudades de 15 minutos miren hacia los pueblos. Además, sus beneficios no sólo pasan por una agilización y simplificación de la movilidad urbana, sino que ello también contribuye a prestar más atención a los pequeños negocios, a reducir la contaminación –con vecindarios eficientes energéticamente– y a mejorar la habitabilidad de los ciudadanos. Por tanto, es comprensible que en estos nuevos espacios se priorice a peatones y bicicletas por delante del automóvil.

Aunque haya sido en París donde se ha abierto el debate más recientemente, otras ciudades de Europa o del mundo ya llevan tiempo haciendo esfuerzos por diseñar urbanismos más respetuosos. Un ejemplo de ello es Melbourne, en Australia, que lleva décadas trabajando en conceptos urbanísticos similares al de la ciudad de 15 minutos y apuesta por los espacios públicos multifuncionales. Otro más cercano es Copenhague, que también se ha convertido en una referencia en la promoción de la movilidad urbana saludable, siendo una de las ciudades más ciclables de todo el mundo.

Por todo ello, los estudios en urbanismo cada día son más ambiciosos y necesitan de más recursos, con compromisos públicos y estrategias que deben mirar tanto al corto como al largo plazo. En cualquier caso, las políticas públicas de urbanismo de hoy tienen todas un horizonte en común, que es el rediseño de ciudades más habitables para sus ciudadanos y más eficientes respecto a sí mismas, algo que, sin duda, es ya en conjunto uno de los retos más importantes para la ciudad del siglo XXI.