A la hora de alquilar una vivienda, es normal que los propietarios tengan algunas dudas o miedos, y que aspiren a encontrar a esa persona que cuide de su inmueble como si fuese propio.

Limpieza, buen mantenimiento, puntualidad en el pago mensual de la renta…, ¿realmente existen inquilinos así? Pues claro, por supuestísimo que los hay. Nosotros lo hemos confirmado a lo largo de estos últimos seis años a través de miles de experiencias muy positivas. Y aquí os proponemos algunos consejos que estamos seguros de que pueden ayudar a encontrar a ese inquilino ideal:

  1. Seriedad

Es evidente, pero el primer paso para conseguir una buena relación con nuestro inquilino es transmitirle y demostrarle la máxima seriedad. Cumplir con los plazos y las condiciones acordadas previamente genera tranquilidad y sienta las bases de una relación de confianza recíproca.

2. Información

Estamos en la era de la información y este es un valor indispensable. Es importante que esta fluya en ambos sentidos, por lo que no escatimemos en detalles sobre nuestro inmueble, destacando lo bueno y no ocultando nada que pueda influir en el día a día del inquilino. Si percibe que somos transparentes, y que no tratamos de engañarle, es más probable que este nos devuelva el mismo trato.


3. Resolución

Una caldera que no funciona, una avería en la lavadora, una gotera tras una tormenta… Es habitual que surjan pequeñas incidencias en los pisos de alquiler que deben ser resueltas de manera efectiva y en un tiempo razonable. El propietario debe transmitir al futuro inquilino que esa va a ser su forma de proceder y después, demostrarlo con los hechos. Otro punto a favor de que el arrendatario responda en el futuro en la misma línea.

4. Flexibilidad

Los contratos de alquiler son un marco general que ayudan a crear una relación estable y segura para propietarios e inquilinos. No obstante, podemos aplicar cierta flexibilidad en algunos de los puntos para favorecer, una vez más, un clima de mayor confianza. “Hoy por ti, mañana por mí”.

5. Valor añadido

Algunos detalles pueden marcar un antes y un después: un piso completamente limpio, listo para entrar a vivir; ese pequeño electrodoméstico que no se incluía en el acuerdo inicial pero que sirve de bienvenida; la renovación periódica de algún accesorio que pueda verse estropeado con el uso (cojines, dispensador de jabón del baño…) o simplemente un documento con información sobre servicios y comercios de la zona que puedan ser útiles para el recién llegado.